Domingo de Resurrección, 8 de la mañana, zapatillas blancas, calcetines blancos, pantalón blanco, medalla de la Hermandad, camiseta, sudadera, costal, faja y morcilla, todo a la mochila.
¡Que nervios! ya se acerca la hora. Ya queda menos para meterme debajo de ese paso, de mi paso. Ese que desde pequeño me ha guiado en las mañanas del Domingo de Resurrección, al que le rezo y al que aunque no vaya mucho a la iglesia, las veces que voy es por El. Y ahora a mis 16 años veo más cerca el camino, veo más cerca mi sueño, voy a llevar sobre mi cuello a Cristo Resucitado. Solo de pensarlo se me pone el vello de punta. Y detrás nuestra irá su madre la Santísima Virgen de la Victoria, a la que tambien he acompañado cada Domigo de Resurrección. La de la cara preciosa, la que todo el mundo dice que es de las mas bonitas.
Será un día muy especial, porque al fín, voy a poder llevar a Jesús Resucitado sobr mi espalda y sentir su dolor en mis riñones cuando el capataz nos diga. "Vamonos arriba valientes,al cielo con El, "a esta é", y suene el martillo que ordenará el camino del Resucitado en su Estación de Gloria.
En definitiva, será un día como cualquier otro año, porque ya sea cargando, de penitente con un cirio o de diputado de orden, voy a estar contento si salimos a la calle y la gente pueda ver el resplandor de Cristo Resucitado por las calles de Ayamonte.
Y al fin, con un costal que me prestó mi amigo Pedro, una faja y una morcilla que encontré en la Casa de Hermandad y un pantalón blanco de costalero que me dejó mi tio Angel, salgo de la Iglesia de las Angustias con Jesús Resucitado.
Andrés Sánchez Ramos.
Grupo Joven.
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